PUNTO DE VISTA DE AMELIA
Reconocí a la mujer al instante. Sus ojos agudos no eran algo que pudiera olvidar jamás. También fue una de las primeras personas en esta manada en ser amable conmigo. Se veía bien para su edad y sonrió suavemente cuando se dio cuenta de que la había reconocido. La razón principal por la que no podía olvidarla era porque dijo que conocía a mi madre. Había planeado volver y preguntarle sobre eso algún día, pero la vida me superó.
—No creí que te vería aquí, Amelia —sonrió y luego hizo un gesto para que caminara con ella—. Hace tiempo desde la última vez que te vimos y muchas cosas han cambiado, ahora estás con el Alfa.
—Él es mi compañero —no sabía por qué me estaba explicando a ella, pero sabía que podía confiar en ella. Mi lobo me aseguró que era amable, así que la seguí.
Ella tarareó.
—Eso he oído, ¿cómo se siente estar emparejada con un Alfa? Supongo que no es tan fácil como uno pensaría.