PUNTO DE VISTA DE AMELIA
Esperé todo el día a que Kaden regresara de lo que fuera que lo arrastró lejos. Traté de no preocuparme mucho por él porque sabía que podía cuidarse solo. Mientras pensaba en él, no podía evitar recordar el beso que me había dado en el coche. Mis mejillas se calentaban cada vez y cruzaba las piernas, pero el dolor entre ellas nunca disminuía. Estaba tan inundada de trabajo que apenas tuve tiempo de pensarlo hasta la tarde cuando Caleb vino a llevarme a casa.
—¿Adónde fue? —había preguntado y él encogió los hombros—. Me sorprende que tampoco te lo haya dicho.
—Kaden no siempre me cuenta lo que hace, es un hombre muy ocupado.
—¿Cuándo crees que volverá?
—Honestamente, no lo sé, pero una cosa que sí sé es que no puede alejarse de ti. Ya sea que eso sea bueno o malo todavía está por determinarse. Volverá pronto, no te preocupes. No estarás sola en esa gran casa por mucho tiempo.