PUNTO DE VISTA DE AMELIA
Ian era un buen compañero para volver a casa en coche. Era divertido y su gusto musical era impecable. Llevaba el estéreo encendido todo el tiempo y cantaba a grito pelado, no pude mantener el ceño fruncido durante mucho tiempo. Cuando llegamos a la casa de Kaden, no pude evitar darme cuenta de lo sola y hambrienta de atención humana que estaba.
—Gracias por traerme —le dije mientras dudaba en bajarme—. Significa mucho para mí, no tienes idea.
—No es problema —me despidió con la mano—. Si alguna vez necesitas que te traiga no dudes en llamarme. Sabes dónde encontrarme.