P.O.V. DE AMELIA
Después del entrenamiento, esperé a que Kaden viniera a recogerme pero nunca lo hizo. No llevé mi teléfono porque nunca esperé que me encontraría con este problema. Esperé treinta minutos después del entrenamiento, todos se habían ido y solo quedábamos Ian y yo cuando me resigné al hecho de que él no vendría. Odiaba lo decepcionada que estaba porque significaba que había tenido esperanzas en primer lugar.
—¿Quieres que llame a alguien por ti? —preguntó Ian mientras se acercaba a mí pero negué con la cabeza. —¿Prefieres que te lleve?
—Sí, por favor —odiaba que tuviera que ofrecerlo pero estaba agradecida de que lo hiciera. Me ayudó a subir al coche y condujo hacia la casa de Kaden en silencio. Fue la vergüenza la que no me permitió hablar y asumí que Ian solo estaba manteniendo silencio por mí.