CAPÍTULO 124

PUNTO DE VISTA DE AMELIA

Ella me condujo a la sala de estar y ya podía decir por su comportamiento que no tenía intención de responder a las preguntas que tuviera. Gesticuló hacia el asiento vacío y antes de que pudiera hablar, salió solo para regresar con una taza de té y algunas rebanadas de pastel. La observé servirlo mientras echaba un vistazo a la habitación de reojo.

Era perfectamente acorde a su personalidad. Impecable, con sofás blancos y paredes completamente blancas. Se parecía más a una oficina que a un hogar, pero no dije nada, sabiendo que corría el riesgo de provocar una pelea completa. Esperé hasta que me entregó la taza y simulé tomar mi té lentamente.

—¿Hay algo en lo que necesites mi ayuda? —preguntó—. Debo decir que me sorprende verte aquí. Pensé que teníamos un acuerdo mutuo donde no nos gustábamos y preferíamos mantenernos alejados.