Lucila no sabía qué decir. Qué excusa tan increíble. No es de extrañar que cuando se encontró con José abajo, él tenía un aura aterradora que era insoportablemente fría. Lucila se frotó la frente, su rostro lleno de impotencia. Eso significaba que todos, incluidos Yoshua y la Señora Dahlia, pensaban que ella había discutido con José y se había ido enojada. ¿Debería tomar la iniciativa de hablar con José, mostrando que se había calmado, y terminar la guerra fría? Lucila suspiró y se tumbó en la cama, fingiendo estar muerta. Se rindió. Estaba exhausta. —Molly parpadeó y preguntó inocentemente—, ¿fue una mala excusa, Bobo? —Fue buena. Eres la más lista, Molly. Le acarició la cabeza a Molly para reconfortarla. Molly echó un vistazo a la venda en su mano y exclamó:
— ¡Bobo, estás herida! —Sí. Es solo una herida superficial. Está bien. —¡No, está saliendo sangre! —Molly estaba tan ansiosa que casi lloró. Pisoteó y se levantó, diciendo: