—Va a estar bien, Alfa Nathan. Ya sé que han pasado dos días desde que se desmayó, pero es completamente normal para una hembra que acaba de pasar por un ciclo de celo fuerte. Pronto despertará.
—Adán, te escucho, pero estamos hablando de mi cachorra. Mi compañera y yo no podemos soportar verla así. Nos preocupa hasta la muerte que haya otra razón por la que no despierta.
—Solo está exhausta, Alfa, confía en mí. Estos ciclos de celo son brutales.
Las voces se hacían más fuertes cada momento, no porque hablaran en voz alta, sino porque Freya estaba siendo traída de vuelta al mundo real desde su inconsciencia.
Ella frunció el ceño, abrió un ojo y miró la pared blanca. «¿Estaba en el hospital? Diosa de la luna, ¿qué tan malo fue mi celo?»
Abrió su otro ojo y miró la pared.
«¿Por qué todo es tan brillante?»