Zack frotó el pliegue entre sus cejas frustrado. Su madre era tan terca a veces, y él tenía que preguntarse cómo su padre soportaba esto.
—Mamá, no tienes que venir aquí. Ella está bien. Chance y Reece acaban de bajar a ver cómo estaba —dijo, ignorando sus fuertes protestas.
—¿Y por qué no fuiste tú a verla? —gruñó ella. Zack podía imaginarse su mirada mortal que haría que la mayoría de los lobos se hicieran en los pantalones.
Se quedó en silencio mirando los papeles.
—La cosa es que, yo hubiera ido, pero no creí que Freya quisiera verme. Me sentí mal por dejarla pasar su ciclo de celo sola, pero todo pasó tan rápido que ni siquiera pude pensar con claridad. Mi lobo me estaba quitando la mente.