—¿Quién es ella? —preguntó Sarah suavemente, con pequeñas lágrimas corriendo por sus mejillas.
Su compañero es mudo... no puede creerlo. Malditas hormonas que le traen lágrimas a los ojos.
Seth extendió su mano hacia su mejilla y limpió más lágrimas. Su toque provocó cosquillas y ella tuvo que sonreír por su calidez. Eso demostraba que realmente eran amigos.
Trueno aulló de alegría al toque de su compañero. Luego continuó escribiendo en el lateral del bloc de notas y anotó,
—Mi madre
¿Su madre? ¿No es esa Luna Estela? Si recuerdo bien, era la Luna más dulce que puedo recordar, pensó Sarah.
La manada solo se volvió fuerte y poderosa bajo su mandato junto al Alfa.
—¿Por qué haría ella tal cosa? —preguntó, cada vez más preocupada.
Pero esta vez él no respondió.
A juzgar por su lenguaje corporal, no quería hacerlo. Seth parecía encorvado, con los hombros caídos de vergüenza. ¿Pero por qué?