El viaje hasta el último sitio explorado por los Manejadores Especialistas del Enclave y sus lobos feroces había sido, por decir lo menos, incómodo.
El transporte blindado estándar de color negro con ventanas tintadas no tenía aire acondicionado, y el calor en la parte trasera era sofocante. La única brisa provenía de la ventana del asiento del copiloto, donde el Señor Brarthroroz estaba sentado junto a un conductor evidentemente tenso.
Los especialistas que los acompañaban se sentaban en las dos filas delanteras, lanzando de vez en cuando miradas preocupadas hacia las jaulas, mientras Lexi les sonreía descaradamente desde su asiento junto a Allen en la última fila.
—¿Tienes que atormentar a todos con los que tienes contacto? —Allen murmuró molesto mientras rodaba los ojos.
—¿Qué? Solo estoy siendo amigable. —Protestó Lexi encogiéndose de hombros, sus ojos brillando maliciosamente.
Allen levantó una ceja hacia ella mientras Lexi soltaba una risita.