—¡Ya está aquí, Su Alteza! —exclamó Dylan, su rostro aliviado al avistar al gran duque.
—Dylan... —murmuró Lucian, su voz distante, como si estuviera desconectado del momento.
—Me alegro de que te hayas recuperado. Sin embargo, si necesitas descansar, haremos nuestro mejor esfuerzo para manejar este problema un poco más y ganar algo de tiempo —dijo Glain, haciendo una reverencia respetuosa.
—Glain... —Lucian susurró de nuevo, sus labios apenas se movían. Luego, con un sacudón de su cabeza, se centró—. Estoy bien. Infórmame sobre la situación.
Mientras Glain comenzaba a explicar la crisis, Lucian sintió escapar de sus labios una risa amarga. Era todo demasiado familiar, inquietantemente familiar.
Las visiones que había visto estando inconsciente volvieron a su mente.
Una guerra contra demonios. Una semana de derramamiento de sangre implacable.
Y luego, la devastación. La humanidad había sido aniquilada, dejando solo desesperación a su paso.