—¿Peleáis mucho? ¿Como ahora? —preguntó Diego.
—¿Eh? —El ceño de Stella se intensificó—. No.
—Así que solo eres así conmigo —dijo Valeric, tocándole suavemente la mejilla con la punta de un dedo—. Eres muy... um, como, como un gato naranja. ¿Has visto uno antes?
—No... —Stella apretó los labios, estudiando su pura curiosidad y fascinación— Era más sutil y tranquilo que la primera vez que la miró de esa manera.
—Entonces puedo mostrarte uno. Mis hermanos vendrán a verte, incluida mi hermanita. Ella tiene un gato naranja, le pediré que lo traiga.
—Genial, mi gato puede tener un compañero, supongo —Ella sonrió con ironía y parpadeó rápidamente al segundo siguiente, sentándose inmediatamente para estar al mismo nivel de sus ojos—. Espera, espera, ¿qué acabas de decir? ¿Que vienen tus hermanos? ¿H-hoy?
—Sí —Valeric cruzó los brazos—. Pero por la tarde.
—¿Por qué no me lo dijiste mucho antes?
—¿Cambiaría algo?