—Okay, no entres en pánico —dijo Valeric mientras le aseguraba el cinturón de seguridad.
—¿Pánico por qué? —Stella resopló, divertida.
Valeric caminó hacia el otro lado y tomó su asiento en el lugar del conductor. —He estado aprendiendo a conducir mucho más adecuadamente. Así que relájate, no hay necesidad de entrar en pánico.
Ella entreabrió los labios y lo miró sin parpadear.
—¿Estás loco?
—¿Qué?
—Tú me dices esto, ¿y esperas que no entre en pánico? Podrías habértelo guardado para ti y simplemente conducir, quizás no estaría preocupada de que nos puedas chocar.
—Pero no lo haré.
—Uh huh. Lo dice el que tuvo que darme indirectamente algún tipo de advertencia —hizo clic con la lengua y sostuvo su cinturón de seguridad—. Está bien. Conduce. Si morimos, vendrás conmigo. Moriremos juntos.
Valeric se detuvo y la miró. —¿No te importaría morir conmigo?