TEO se encontró riendo a carcajadas ante sus palabras. —No cuando somos compañeros. Después de todo, estamos conectados. No podría apartar la mirada. Terminó de envolver el vendaje alrededor de su herida y levantó la vista hacia ella. —Por eso me rechazarás o lo haré yo mismo.
Procedió a levantarse, pero las manos de Jazmín salieron disparadas, agarrándolo de la mejilla, y antes de que pudiera anticipar algo, sintió un aliento cálido contra su cuello y un par de caninos afilados perforando su piel y encontrando su glándula de apareamiento.
—¡Ella lo marcó!
Los ojos del hombre se abrieron tanto como un plato, y rápidamente agarró sus delgados hombros, empujándola hacia atrás. —¿Qué te pasa? ¿Por qué me marcaste?