Enfermo

DIEGO se volvió para mirarlo con los ojos hinchados y cansados, como si no hubiera dormido bien en toda la noche. —¿Y qué harás si lo hago? ¿Pegarme? ¿O forzarme a sentarme?

—¿Eh? ¿Por qué haría eso? —Nix sacudió la silla hacia atrás y se levantó—. Eres mi hermanito, nunca te haría daño.

—Entonces déjame en paz.

—Diego-

—¿Por qué te importa ella si es tan horrible? Es mala con cada uno de nosotros, ¡y tú no eres la excepción! Si crees que te ama, siento tener que romper tus ilusiones, pero no es así. Solo te está utilizando porque eres demasiado empático, jamás podrías decir que no a alguien a quien quieres, y ella está aprovechándose de eso. —Diego, para-