Los ojos de Jazmín parpadearon, y él podía jurar que estaba a punto de llorar. Esta era la primera vez que él había estado así, y ella nunca lo había visto actuar de esa manera. Y en realidad, él no tenía intención de desquitarse con ella. Esto era solo la forma en que a menudo se ponía cada vez que no estaba de buen humor, y
—Ya veo —fue un murmullo apenas audible de ella—. Lo siento por molestarte, no fue mi intención. Solo estaba preocupada —se dio la vuelta y se alejó, su agarre en el dobladillo de su camiseta se apretaba y temblaba.
Diego miró su espalda desapareciendo, y aunque quería ir tras ella y disculparse por haber sido así con ella, no tenía fuerzas. Entonces, en lugar de eso, se sentó en el sofá para una persona y cruzó las piernas, echando la cabeza hacia atrás para mirar al techo, prohibiéndole echar un vistazo al cielo.
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