—¿Cuánto falta para que toda la casa esté vacía de su familia? —Jazmín se preguntaba, deteniéndose para levantar la cabeza y mirar al techo—. Ninguno de ellos la abandonaría, ¿verdad? Algo estaba ocurriendo justo debajo de su nariz, y ella podía olerlo, sin embargo, había sido difícil averiguarlo por más que lo intentara.
—Ni Nix ni ninguno de ellos estaba dispuesto a decírselo. Ni siquiera su padre.
—Otro suspiro profundo. De cualquier manera, ella lo descubriría, averiguaría qué diablos estaba pasando entre ellos.
—Nix fue dejado justo en frente de su mansión, y Diego bajó, siguiéndolo aunque ninguno de los dos se hablaba —dijo a Valeric, quien asintió en respuesta. Vendré con él mañana.
—El coche se marchó, y fue entonces cuando él miró su teléfono, Stella apareciendo en su mente. Se preguntaba cómo estaría. Eran casi las ocho de la noche y, aunque le prometió que volvería ese día, estaba seguro de que ella debía haber esperado que llegara por la mañana.