¿Quién cocinará para ti, entonces?

—STELLA se rió, y una vez que pareció calmarse, preguntó —¿En serio piensas estar solo para siempre?

—¡Bingo!

—Entonces, ¿por qué no lo has rechazado?

—¿Por qué no se lo preguntas y descubres su estúpida razón por no aceptar mi rechazo? —Alex bufó y tragó un bocado de arroz—. Y para que lo sepas, yo también prefiero a las omegas, y si encuentro una dispuesta a estar conmigo, no me importará si acepta mi rechazo o no, la marcaré y desapareceré de la faz de la tierra.

—Eso es malvado.

—Bueno, será su culpa por no aceptarlo tarde o temprano.

—Hm... —Ella se frotó la sien, pensativa—. Pero, sabes, nunca encontrarás una omega dispuesta a estar contigo, ¿verdad? No se ha escuchado de una omega y una omega. No estoy segura de por qué querrías estar con una compañera omega. Podrías intentarlo con una beta, ¿sabes?