No lo cruzaré

—Las manos de Stella se cerraron en puños, y sin responderle, gruñó y salió del baño hacia el dormitorio. Se metió en la cama y bruscamente se cubrió con el edredón. Su rostro quedaba oculto debajo de él, y sin pensarlo dos veces, comenzó a sonreír para sí misma, claramente feliz por las cosas que él le había dicho.

—Ella era todo lo que él tenía.

—Esposa.

—Y ella se sobresaltó tanto que salió de la cama. "¿Qué?!" No lo miró, muy consciente de que su rostro estaba ardiendo.

—Sobre por qué nunca llamé o respondí —sintió el hundimiento en la cama cuando él se sentó a su lado—. Algo le pasó a Diego, y yo estaba muy enojado. Creo que perdí mi teléfono porque no podía encontrarlo hasta unos minutos antes de irme. Esa fue… la razón. Pero no es una excusa, lo siento. No te enojes conmigo. No volverá a pasar.

—Como sea —sopló ella bajo su aliento y se recostó de nuevo en la cama.

—¿Todavía estás enojada conmigo?

—Sí.

—¿Quieres que lo compense?

—Claro que deberías.

—¿Qué quieres?