DIEGO asintió con la cabeza.
—Así que no te preocupes, no estoy enojado contigo. Ya lo había superado incluso antes de que nos fuéramos. Deberías saber que si realmente estuviera enojado contigo, no te habría dejado seguirme a casa. Así que deja de comportarte como un niño. La familia lo es todo —Nix lo miró cálidamente.
—La familia lo es todo —repitió Diego.
—Todos vivimos el uno para el otro y… ¿?
—Todos luchamos el uno por el otro.
—Bien —Nix sonrió, desordenando juguetonamente su cabello, y caminó más allá de él para irse. Pero Diego agarró su mano, abrazándolo una vez más—. Lo siento, Nix.
—Y yo dije que está bien.
—Nunca volveré a hacer algo así.
—¿Quieres prometérmelo entonces?
—Claro —Diego sacó su meñique y lo entrelazó con el suyo—. Nunca volveré a decir algo así ni a perder los estribos contigo. La familia lo es todo.