AngelLily

Él era incapaz de tener una pareja ni de enamorarse desde el momento en que se convirtió en el único alfa supremo existente. Gobernaba el mundo, los gobernaba a ellos, todo estaba en las palmas de sus manos y todo le pertenecía.
Sin embargo, no podía tener una cosa. 'Una pareja'
Pero él, con ella, sintió una chispa, una pequeña chispa. Se había encendido como una llama, y aunque era demasiado poco para confirmar si eran compañeros, ¿a quién le importaba? ¡A él no! ¡Esa pequeña chispa era todo lo que necesitaba!
Y él, Valeric Jones, ha encontrado lo que buscaba.
Y estaba obsesionado.
¿Importa que fuera incapaz de enamorarse? ¿Que era un hombre incapaz de sentir ciertas emociones?
¡No!
Ella no le pertenecía a nadie desde el momento en que él posó sus ojos en ella, y él la haría suya! Stella Ferguson estaba atrapada en sus palmas: su sonrisa para él, sus palabras para él, su tiempo para él y su amor... Solo para él.
Ella era el refugio y la salvación que buscaba, la ternura que anhelaba. Sin embargo, la verdadera pregunta era... ¿alguna vez Stella Ferguson llegaría a amar al hombre al que había sido vendida? ¿Un hombre que odiaba desde lo más profundo de su corazón? ¡Uno que nunca podría soportar!
¿Y Valeric Jones mismo alguna vez sería capaz de amarla a pesar de su incapacidad y el deseo que tenía por ella?

Vendida Al Alfa Bestial

—Ahh, supongo que me perdí el evento principal —El joven era Anthony Jones, el tercer hijo, justo después de Nix. Caminó hacia adelante con una sonrisa tras una reverencia hacia el Alfa Adam y tomó asiento justo al lado de Nix—. Hola, hermano.


—¿No me vas a responder, eh? —dijo, riendo sarcásticamente—. Bueno, está bien. No soy Valeric, Jazmín o Diego después de todo. Realmente me pregunto cuándo dejarás de odiarme, es bastante molesto, ya sabes.


—Literlamente podríamos ser considerados gemelos.


—Ya sabes, sería bueno si puedes callarte —reprendió Diego, sin siquiera mirarlo.


Lo miró, un ojo temblando en pura molestia. —¿A quién estás hablando? Maldito mocoso.


—No soy peor mocoso que tú —Diego se burló, divertido—. Al menos no actúo todo pomposo como un perdedor. Te haría bien dejar de ser un niño problemático por una vez. No tengo la fuerza para lidiar con tus berrinches, y parece que nadie la tiene.


ANTHONY JONES