—Bueno, soy una distracción para tu trabajo, así que es inconveniente para ti llevarme contigo al trabajo. Por eso, quiero trabajar en una tienda de conveniencia para no tener que estar en casa aburrida todo el día y esperando a que vuelvas —dijo Valeric.
—No.
La sonrisa de Stella se desvaneció. —¿Por qué?
—Es demasiado peligroso.
—¿A qué te refieres?
—Mi padre, cualquiera podría hacerte daño.
Una mueca apareció en su rostro. —Si tu padre quisiera lastimarme, ya lo habría hecho. Y no creo que importe dónde esté, me hará daño si alguna vez decide hacerlo.
—Stella, no puedo permitirlo. Tengo que protegerte y-
—¡Valeric! —Ella lo miró con severidad—. ¡Por favor! A nadie en tu empresa le agrado porque soy un omega recesivo y es incómodo. A una tienda de conveniencia no le importaría que yo sea un omega recesivo. Por favor…
—Stella-
—Por favor… —Sus ojos se inundaron de lágrimas inmediatamente, amenazando con caer y, sin poder resistirlo, él suspiró audiblemente—. Está bien.