—¿Dónde está mi esposa? —Algo peligroso parpadeaba como fuego encendido en sus ojos, algo que le decía al hombre que se convertiría en un cuerpo sin vida en el próximo segundo si no le respondía.
—¿Su esposa? ¿Se refiere a Stella, señor? —El anciano podía intuirlo de alguna manera. El olor en él era el mismo aroma poderoso que llevaba Stella. ¿Este era su esposo? ¿El señor Valeric Jones, el primer hijo de la familia real?
Estaba acabado.
Estaba completamente acabado y lo sabía. Para que fuera un hombre como él, alguien que todos conocían como una especie de bestia que estaba más allá de lo que su propia especie podría ser, su vida estaba acabada.
—¿Dónde. Está. Mi. Esposa? —Se repitió, esta vez con los dientes apretados. Su agarre alrededor del cuello se apretó y él se ahogó, articulando con dificultad. —En el vestuario. E-ella está... en el vestuario. —Señalaba una puerta.