¿Qué quieres decir?

Una risita y el anciano sacudió la cabeza, bajando la mirada hacia el documento en mano. —Tendré que ocuparme de esta chica. Mi hijo necesita aprender que yo soy su padre y a menos que yo apruebe, no hay nada que se le permita hacer. Si no se hace de esta manera, se arruinará, la perfección de él que yo creé.

Anthony lo miró y sus manos se cerraron en puños. Valeric, Valeric, todo el maldito tiempo. Él es lo único en lo que piensa el anciano y él...

Se levantó bruscamente de la silla y sin esperar a lo que el señor Adam tuviera que decir, salió airadamente de la habitación.

—¡Vaffanculo! —Y cerró la puerta de un golpe detrás de él, molesto.

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Alex, cuyo ojo izquierdo ahora temblaba de irritación, se detuvo y se giró hacia Diego que lo seguía como un niño.

—¿Qué crees que estás haciendo?

—Siguiéndote a la tienda de conveniencia. —Diego rodó los ojos—. ¿Tienes algún problema con eso?