Leonardo no hizo ningún intento por aliviar la tensión entre ellos; en cambio, optó por centrarse en el tema que le había estado pesando en la mente. Sabía que abriría viejas heridas, pero no podía evitarlo más.
—¿Alguna vez supiste cómo Padre se convirtió en un demonio? —La voz de Leonardo era medida, pero su mirada era inquisitiva, esperando sorprender incluso un destello de reacción de Donovan. Sin embargo, el rostro de su hermano permaneció como una máscara estoica, sin traicionar nada.
—Si lo supiera —respondió Donovan fríamente, cruzándose de brazos—, no estaría aquí. Su atención se desvió hacia la bebida intacta frente a él, una que Clandestina había preparado para ambos, aunque Donovan ni siquiera había considerado probarla.