Conociendo a sus compañeros de cuarto

La formación de Esme se reanudó al día siguiente, con Revana encargándose de su mentoria.

Los primeros días resultaron agotadores, pero a medida que Esme enfrentaba las rutinas de vueltas diarias, su cuerpo se fue adaptando gradualmente. Lo que una vez pareció imposible, correr cinco vueltas consecutivas sin flaquear, se convirtió en una hazaña manejable.

En cuatro días de entrenamiento excesivo, pudo completar el circuito sin la abrumadora exhaustación que casi la hace colapsar el primer día.

Con cada sesión, su velocidad aumentaba notablemente y el tiempo de sus vueltas se reducía. Sin embargo, la sesión se volvía difícil cuando Revana organizaba obstáculos que ella tenía que evadir hábilmente.

Eventualmente, tropezó con uno y cayó al suelo, un gemido de frustración escapó de sus labios. Como era de esperar, Revana no quedó impresionada por su caída.