Finnian y Luca se agacharon, sus figuras apenas visibles en la débil luz parpadeante que se filtraba desde el corredor detrás de ellos.
Las sombras del angosto pasillo de piedra parecían cerrarse a su alrededor, y el agudo aroma a hierro llenaba el aire, una advertencia silenciosa que Finnian y Luca podían percibir, recordándoles que no estaban solos. Cada paso se daba con cuidado deliberado, su movimiento casi silencioso mientras avanzaban.
Luca de repente gruñó por lo bajo mientras tiraba del dobladillo de la falda mal ajustada que había sido forzado a llevar, su rostro expresando su molestia. —Tengo que admitir que no pensé en esto, pero ¿se espera seriamente que luche vestido con este ridículo artilugio?
Finnian le lanzó una mirada afilada, su expresión tensa con frustración. —¿Te preocupa tu ropa mientras demonios rondan los pasillos? —Su voz era baja pero cargada de advertencia—. Toléralo, a menos que prefieras enfrentarlos completamente desnudo.