Treinta minutos antes...
En el gran salón de baile, una imponente figura se sentaba en silencio al frente de la sala. Era conocido no por su fuerza bruta, sino por la enorme masa de su cuerpo ancho y rotundo.
Ocupaba la silla parecida a un trono con un aire de autoridad tranquila, sus ojos penetrantes escaneaban la sala mientras los invitados disfrutaban de las exuberantes delicias de la noche.
Su cara era plena, casi querúbica, y su vientre estiraba las costuras de su túnica finamente bordada.
Era el Alfa del Norte, Alfa Thadius, y aunque su apariencia a menudo provocaba risitas ahogadas o sonrisas encubiertas de los presentes, nadie se atrevía a expresar sus pensamientos en voz alta.
Debajo de su fachada jovial, Thadius era un hombre de aguda inteligencia, conocido por cambiar las mareas de la batalla con un susurro bien colocado, o burlar a los enemigos que habían intentado robar su manada con estrategias que nadie esperaría de alguien de su estatura.