Menos de treinta minutos

Mientras la puerta chirriaba al abrirse, el rugido febril de la multitud cayó abruptamente en silencio, como si nunca hubieran creído realmente que las puertas cederían ante ellos.

Los hombres en la multitud apretaron instintivamente sus armas, preparándose para la emboscada que temían pudiera estar al acecho.

Pero en lugar de los cambiantes malditos, una joven mujer sola avanzó desde más allá de las puertas.

Su presencia inesperada los desconcertó, mientras sus ojos se movían rápidamente por el área, buscando amenazas ocultas, pero no parecía haber nadie más al acecho.

La tensión onduló a través de la multitud al profundizarse su sospecha. Aunque la mujer ante ellos se movía con calma y confianza, su apariencia dejó algo claro, y era el hecho de que ella no era Norteña como el resto de ellos.

Desconcertados y cautelosos, la multitud intercambiaba miradas inseguras, inciertos de qué pensar sobre su llegada. Los vientos aullaron, rompiendo el silencio.