—¿Dejar atrás a un lobo?
Esme sabía que, en circunstancias normales, estaría en desventaja. Pero esta noche era diferente. Quizás fuese el crudo impulso de adrenalina electrificando sus sentidos, o tal vez el arduo entrenamiento de resistencia que Revana le había inculcado.
Sea cual fuese la razón, se encontró aventajando a un lobo demonio, sus pies golpeando el suelo como si la propia supervivencia la impulsara hacia adelante.
El lobo retumbaba tras ella, su gruñido resonando por los estrechos corredores, sin embargo, resistió el impulso de mirar atrás. Doblando una esquina, vertía cada onza de fuerza en sus piernas.
Su respiración era aguda e inestable mientras evadía milagrosamente los embates letales del lobo. Cada vez que el lobo demonio se acercaba, ella se libraba de su alcance por un ápice, esquivando con precisión instintiva.