El Amo ha llegado

Enterrado bajo una imponente cadena montañosa volcánica, Karnath se movía a través de una red de túneles oscuros y sinuosos que giraban y torcían, desembocando finalmente en una cámara masiva donde los cuatro pilares de la manada Abismal lo esperaban.

La caverna estaba iluminada por llamas sobrenaturales y siniestras que danzaban en tonos de azul, violeta y verde, proyectando sombras espectrales y cambiantes sobre todo. El profundo olor a azufre impregnaba el aire, mezclándose con el zumbido casi musical de los lejanos temblores volcánicos que parecían pulsar a través de la piedra.

Las paredes de la caverna estaban ennegrecidas y ásperas, grabadas con antiguos tallados y marcas de maldiciones siniestras que representaban el emblema de la manada Abismal – un cráneo de lobo esquelético – un inquietante recordatorio de la oscura lealtad de la manada. Los grabados pulsaban débilmente, reflejando la energía oscura que irradiaba a través de la piedra.