Mientras caía la noche sobre las tierras del Norte, Esme se preparaba con un vestido de azul grisáceo apagado, cuyo color se mezclaba perfectamente con la tenue luz que emanaba de los candelabros sobre su mesita de noche.
El vestido tenía un cuerpo ajustado que trazaba su silueta con elegante precisión, mientras que la falda caía hasta rozar el suelo en un barrido de pliegues suaves.
Ajustó su capucha, cuyo delicado borde de encaje enmarcaba su rostro, y se subió las largas y ajustadas mangas sobre las muñecas. Un ancho cinturón con una hebilla ornamentada se ciñó sobre su cintura, aportando una nota de estructura al fluido vestido y acentuando su porte.
Esta noche, debía enfrentarse a los ancianos del Norte para una discusión que ya podía prever estaría llena de tensión. Muchos todavía se crispan al pensar en que ella tenga alguna autoridad sobre ellos, no era obvio, pero ella lo había notado durante la anterior confrontación abajo.