—¿Por qué estás en prisión? —Esme finalmente preguntó, su voz suave pero insistente—. Estabas en un estado realmente malo antes cuando los carceleros te sujetaban. ¿Hiciste algo realmente malo? Creo que nunca he visto a Lennox tan enojado con alguien antes.
Inclinó su cabeza, tocando su mejilla ligeramente con un dedo, como si estuviera sumida en sus pensamientos. —Mi padre dice que las celdas de prisión son para personas que hacen cosas malas y cometen crímenes —continuó pensativa, su tono serio—. Pero tu celda... es enorme, como si fuera para algún tipo de monstruo. No eres solo un hombre lobo, ¿verdad? ¿Eres algo más?
Sus preguntas eran rápidas, y su inocente determinación, para Donovan, era a la vez encantadora y despiadada. No podía ocultar su sorpresa en absoluto. Esta pequeña niña, de no más de siete años, lo estaba interrogando como un guerrero experimentado, y sin embargo, a pesar de su juventud, su tono llevaba una certeza inquietante que lo tomó desprevenido.