Un raro

Los ojos de Esme se abrieron de par en par con curiosidad. —¿Cómo puedes saberlo? —preguntó suavemente.

Donovan se levantó silenciosamente, su movimiento deliberado mientras avanzaba unos pasos. Cerró su puño como si suprimiera algún tipo de emoción, pero su rostro no dio ninguna pista. Luego abrió sus puños, inclinando la cabeza lo suficiente como para dirigirse a ella.

—Deberías regresar —dijo él—, su voz calmada pero firme. El brillo en los ojos azules de Esme se atenuó ante su despedida. —Ve con tus padres y concéntrate en tu salud. Tengo trabajo por hacer.

—Pero... —Esme titubeó—, su voz temblorosa mientras juntaba sus dedos índices. —Padre está planeando una gran guerra ahora mismo, y no quiero molestarlo. Lennox también está consumido con los asuntos de la corte, y estaré sola hasta que Padre termine. ¿Puedes dejarme quedarme? Prometo que no estorbaré mientras trabajas.