—No lo dicen directamente, pero los escucho —susurró Esme con voz dolorida—. Creen que no entenderé, pero en realidad lo hago. Nadie quiere estar cerca de mí en mi manada porque piensan que los infectaré. La única razón por la que no me intimidan es por el amor que mi padre siente por mí, y todos en la manada lo saben, así que no se atreven a tocarme, ni en su ausencia. Por eso siempre sigo a mi padre al palacio. Nunca le digo la verdadera razón porque no quiero agobiarlo. Ya está tan ocupado. Pero no me gusta quedarme en la casa de la manada sin él.