En solo minutos, Donovan yacía desplomado e inconsciente en el frío suelo de piedra.
Los carceleros que lo habían traído habían desatado toda su ira sobre él, obedeciendo el comando de su futuro rey sin restricciones.
Su cuerpo fue dejado golpeado y roto, y su piel estaba marcada con vividos moretones y profundas marcas de látigo que se entrecruzaban en su espalda desnuda. Sangre fresca se filtraba de las heridas crudas, pintando un cuadro macabro de la brutalidad que acababa de experimentar, pero cuando Lennox empezaba a sentirse satisfecho, el chico que asumía estaba inconsciente de repente soltó una carcajada.
Salió baja, solo para intensificarse con cada segundo que pasaba. El miedo en los ojos de Lennox no estaba oculto, a pesar de estar eclipsado por la ira.