Morgrim.
Donovan odiaba que lo llamaran por su apellido. Siempre le había inquietado, aunque no pudiese explicar por qué. El nombre Morgrim parecía llevar un peso invisible, y como una sombra, lo seguía a dondequiera que iba.
Pero ahora, lo entendía.
La línea genealógica de los Morgrim siempre estuvo manchada. Su padre no había sido el único monstruo que había producido, y quizás, había otros, olvidados y escondidos en los recovecos de la historia de su familia. ¿Qué otros horrores había engendrado su sangre? Tenía sentido por qué su padre nunca hablaba de tener parientes, ni siquiera de sus propios padres.
—¡Don!
La voz de Esme cortó sus pensamientos sombríos como una cuchilla, dejándolo sobresaltado. Instintivamente levantó la cabeza, medio convencido de que tenía que haber oído mal, pero su presencia... la sentía más que nunca, y era tan real como el dolor en su pecho.