—¿Donovan? —murmuró Esme, su voz ronca por el sueño.
—No lo vas a creer —dijo—. He tenido el sueño más extraño: tan bizarro. ¿Sabías tú...?
—¿Qué pasó con las marcas en tu rostro? —preguntó, encontrándose de nuevo con su mirada. Su voz permanecía temblorosa mientras su pulgar recorría el espacio donde alguna vez estuvieron las runas—. Han desaparecido.
—Eres más hermosa de lo que me atreví a imaginar —dijo Donovan después de apartarse, su voz rica y aterciopelada, con cada palabra acariciándola como una suave brisa—. Completamente radiante.
—¿Qué... qué estás diciendo? —susurró Esme, su voz teñida de confusión y un temblor de algo más. Escuchar tal cumplido de Donovan la había afectado mucho más que cualquier otra persona que alguna vez hubiera elogiado su apariencia.