Esme se encontraba frente a su cajón abierto, colocando cuidadosamente una selección de vestidos mientras Finnian permanecía cerca, su expresión una mezcla de confusión y curiosidad reacia. Luego se giró hacia él con dos vestidos en mano, sus ojos azules brillando con expectativa.
—Finn, dime —dijo ella, alzando las prendas para su inspección—. Uno era un elegante vestido negro, el otro un suave conjunto lavanda. ¿Cuál me queda mejor? Estoy completamente perdida aquí.
Finnian suspiró, cruzando sus brazos mientras se apoyaba en el borde de la habitación. No podía recordar un momento en que su hermana hubiera estado tan consumida por su vestuario, y mucho menos buscando su opinión al respecto.
Esme siempre lucía impresionante, sin esfuerzo alguno, y sin embargo, él podía sentir que no era el tipo de aseguramiento que ella buscaba ahora.