Simplemente No Podemos Ser

—¿Un mensajero real? —las cejas de Esme se fruncieron, su tono impregnado de curiosidad—. ¿Qué razón podría tener un mensajero real para venir aquí?

—¿Notaste si alguien acompañaba al mensajero real? —preguntó Donovan, su voz tranquila pero con un matiz de sospecha, mientras cruzaba brevemente su mirada con la intensa de Donovan antes de que él dirigiera su atención hacia Kangee.

—No, amo —Kangee, ahora posado en su hombro, soltó un agudo graznido—. El mensajero real parece viajar solo. ¿Deberíamos ahuyentarlo antes de que llegue?

—No será necesario —Donovan negó con la cabeza—. Si es un mensajero real, seguramente lleva mensajes del palacio. —Su mirada volvió a Esme, y una leve sombra de diversión cruzó sus facciones—. Mensajes para ti, supongo.

—¿Cuánto falta para que llegue el mensajero real? —Donovan preguntó, su voz baja y autoritaria mientras su mirada se desplazaba a Kangee.

—Debería estar aquí antes del anochecer —graznó Kangee con confianza—.