La espada de Esme cortó limpiamente el aire, rebanando la botella que había arrojado en pleno vuelo.
El agua en su interior brotó en un arco reluciente, las gotas dispersándose como cristales fracturados. Por ende, el líquido encontró los pétalos de su arma, aferrándose por un momento antes de desvanecerse en la nada.
Un escalofrío recorrió la espalda de Esme al recordar cómo el arma había atacado al Alfa del Norte sin previo aviso. Su instinto inmediatamente sobrepasó su razón, y arrojó el arma a un lado, refugiándose detrás de una columna cercana antes de que algo sucediera.
Echó un vistazo desde detrás de la columna, todos sus músculos tensos mientras esperaba. Si algo debía suceder, si un poder mágico latente más poderoso debía despertarse, necesitaba estar preparada.
Pero nada.