—El verdadero objetivo era la distracción —dijo Donovan, hablando medida pero firmemente—. Él quería que creyéramos que su objetivo era el rey, el trono. Pero eso era una mera ilusión. Sabía que veníamos al Norte, por lo que su verdadera meta debía estar en otra parte: alguien, en lugar de algo.
Sus dedos rozaron su garganta, un gesto inconsciente, como si recordara la sensación de esas cadenas invisibles que lo constreñían.
El recuerdo del poder del verdadero portador aún persistía en su mente, una fuerza tanto intangible como inevitable, y sin embargo no parecía que él estuviera haciendo esfuerzo alguno. Si el verdadero portador tenía razón, si él es quien sostiene su vida, entonces también tiene el poder de quitársela a voluntad.
Y sin embargo, no lo había hecho.
Eso por sí solo era un mensaje. Pero, ¿por qué? Eso era lo único que temía Donovan, porque su vida también estaba atada a Esme. Si algo le pasara a él, ella se vería afectada de más de una manera.