La Chica Misteriosa

—El beso comenzó suave, casi tentativo, como un sueño tomando forma entre ellos. Pero no tardó en volverse más profundo, más urgente. Los dedos de Donovan se enredaron en su cabello mientras la jalaba más cerca, sus labios reclamando los de ella con un hambre que ya no podía contener.

—El sabor de ella, intoxicante como siempre, embotó los filos agudos de la razón, y Esme estaba igual de perdida en él, haciendo que olvidara el peso de su propia confesión, al menos por ahora.

—Su corazón latía contra su pecho, su ritmo un eco perfecto del suyo. Sabía que debería detenerse, este no era el lugar ni el momento, pero ¿cómo se suponía que se alejara cuando siempre lo dejaba deseando más? Aún así, se obligó a romper el beso, solo para dejarla respirar.