De nuevo, Cisne no respondía.
Seguía sollozando en el suelo frío, llorando por la muerte de Gale. Estaba tan sumida en su dolor que no le importaba en absoluto Aria.
—Bueno, igual podría matarte —Aria apuntó su dedo hacia la cabeza de Cisne. Con solo un rayo, sería capaz de acabar con Cisne para siempre.
No sabía qué pasaría si mataba a un ángel, pero suponía que probablemente Cisne quedaría atrapada en el cielo o reencarnaría. Esos eran los únicos dos escenarios posibles.