Quizás, lo hice.

—No necesitas decirme si no quieres —dijo Aiden antes de seguir comiendo. Cada uno de sus movimientos, cada flexión destilaba elegancia.

Arwen lo miró por un momento. Si alguien le pidiera solo sentarse ahí y verlo comer, ella aceptaría de buena gana, dado lo bien que se veía incluso en un acto tan básico.

Sus labios se curvaron ligeramente al darse cuenta de lo fácil que era para él captar toda su atención. Sacudió la cabeza mientras pensaba en sus palabras. Él podría habérselo dejado todo a ella, pero si lo conocía aunque fuera un poco, entonces sabía que él necesitaba escucharlo todo de ella... y además voluntariamente.

No quería forzarla a contarle algo con lo que no se sintiera cómoda y esa era la razón por la que la última vez, nunca la dejó hablar de eso en el coche. En ese momento, le pidió que explicara porque quería que lo acompañara en su coche, en lugar de ir con otros.