La calma antes de la tormenta.

La llamada quedó en silencio por unos segundos. Y cuando Aiden no la escuchó decir nada, preguntó de nuevo.

—Has dicho que si no me salto las comidas, me recompensarás —repitió, con voz baja y en tono de burla—. Entonces, dime ¿cómo vas a recompensarme? Si la tentación que me ofreces es difícil de resistir, encontraré todas las maneras posibles de conseguirla sin fallar.

La respiración de Arwen se cortó y su rostro se sonrojó. No había pensado mucho cuando mencionó lo de la recompensa antes. Solo quería que él aceptara su petición, así que dijo lo que creyó que le haría aceptar.

Utilizó el truco que a menudo funcionaba con los niños, pero no se recordó a sí misma que Aiden no era un niño.

—Una r-recompensa seguirá siendo una recompensa. No tienes que pensar en eso ahora —dijo, aclarándose la voz en un intento por sonar compuesta y natural—. Tu único objetivo es tener tres comidas adecuadas al día. Mientras logres eso, serás recompensado.