Obligado a tomar medidas contra la Sra. Ember.

La arruga entre las cejas de Ryan se profundizó mientras deslizaba lentamente el icono para contestar la llamada.

—Oficial Davis —dijo, pellizcándose el puente de la nariz en un intento de aliviar la incomodidad que bullía dentro de él—. Lo siento, no tuve tiempo de responder a su llamada anterior. ¿Era algo importante?

La voz del oficial de policía se transmitió, solemne y firme.

—Sí, señor Foster —dijo, continuando—, había algo que pensé que debería informarle. Se trata del accidente de la señorita Quinn —el que usted me pidió que investigara.

La expresión de Ryan cambió instantáneamente. Su mano, que había estado masajeando su sien, se congeló a mitad de movimiento. Una sospecha titiló en sus ojos mientras preguntaba:

—¿Qué es?

—Como usted solicitó, investigamos el accidente de esa noche —dijo el Oficial Davis, su voz controlada pero con un peso subyacente—. Y usted tenía razón —no fue solo un accidente. Alguien lo organizó para dañar a la señorita Quinn. Y