Ryan se quedó helado cuando vio a Delyth bajarse de aquel coche.
Al salir del taxi, ella se detuvo allí un momento antes de caminar en dirección al vehículo destrozado de Arwen.
La facilidad con la que se movía le envió un escalofrío gélido por las venas.
—Ella… —su garganta se tensó, las palabras quedaron atascadas allí como una piedra.
Aunque la verdad era dolorosamente obvia, no podía obligarse a decirla en voz alta.
Desesperadamente, se forzó a mirar —esperando, rezando— para encontrar algo que aliviara su culpa. Algún pequeño indicio de evidencia que explicara el peso que oprimía su pecho.
Pero no vino nada.
Al continuar el video, vio a Delyth inclinarse, mirando dentro del coche de Arwen. Observó detenidamente durante largo rato —luego se alejó.
Sin urgencia. Sin pánico.
Solo una fría e maliciosa indiferencia.
La mandíbula de Ryan se tensó tanto que le dolía.