Nadie, solo él.

La joven Arwen parecía confundida. Parpadeando al mirar al chico joven, le preguntó:

—¿Promesa? ¿Qué promesa, Ide?

El joven la miró por un momento antes de finalmente decir:

—Promete ser mi novia ahora y mi esposa después.

—¿Novia? ¿Esposa? ¿Qué tiene eso que ver con tomar una foto? —La niña inclinó la cabeza, su rostro lleno de inocente confusión.

Pero para el chico, esto parecía ser un asunto serio. Sin crear más suspenso, explicó:

—Una foto juntos hace que el certificado de matrimonio esté completo. ¿Crees que tomar una foto es algo simple?

Viendo a la niña parpadear en profunda reflexión, él negó con la cabeza y continuó:

—No lo es. Por eso, si me tomo una foto con una chica, ella tiene que ser mi novia y, en el futuro, mi esposa. De ese modo, no sentirá celos de nadie más después.

La niña se detuvo ante sus palabras, su pequeño rostro fruncido en reflexión, como si realmente estuviera considerando su razonamiento.