Les encanta romper las reglas y los estereotipos.

Arwen estaba a punto de girarse para terminar su trabajo, pero sus pasos se detuvieron cuando escuchó a Alfred sugerir acompañarla. Normalmente, él no haría eso… Así que, confundida, se dio la vuelta para mirarlo.

—¿Eh? —su duda salió suave.

Sin embargo, la expresión de Alfred parecía cautelosa, como si estuviera alerta, listo para enfrentar el peligro que acechaba a la vuelta de la esquina.

—Señora, no estaré tranquilo aquí si la dejo ir sola. Por favor déjeme acompañarla —solicitó, ya instando a Arwen a que no lo rechazara.

Al principio, ella no entendía del todo la razón de su cautela. Pero cuando notó su mirada llena de vigilancia, moviéndose alrededor, comprendió.

Dejó que sus ojos se deslizaran alrededor siguiendo los de él mientras lentamente sus labios se curvaban. No había explicado mucho antes cuando le pidió a Alfred que la llevara aquí. Sin duda, el oscuro callejón vacío lo mantenía alerta.